La luna brillaba como siempre majestuosa en el horizonte de Arkadia, donde las Hadas convivían con las más fascinantes criaturas.
Anduriel observaba la luna desde su balcón, como si fuera la última vez que iba a disfrutar de esas mágicas vistas. Quizá sabía que las leyes de las Hadas eran muy estrictas en cuanto a devolver los sueños a seres de raza Oscura, aquellos que hace más de un billón de soles renegaron de Arkadia y a los que se les condenó con no volver a soñar jamás...
Ya en el interior de Palacio, la guardiana de las leyes impuso su condena mientras Anduriel cabizbaja, parecía estar al margen de lo que acontecía en su propio juicio. Ella sabia que había hecho bien, su corazón la indujo ha ello, y nada está mal hecho si se hace siguiendo los designios de tu corazón. Aquel chico necesitaba un poco de color, una muestra de que las cosas se pueden conseguir y ella como Hada, había cumplido su trabajo. Ninguna absurda Ley le iba a cambiar de opinión y de forma de proceder. Además, por alguna extraña razón, ella no podía dejar de pensar en ese chico oscuro, pues de madrugada le había robado el corazón cuando volaron juntos en sueños...
Esa misma noche la sentencia se hizo efectiva. Anduriel había sido expulsada de Arkadia hacia Mundo Oscuro y le quitaron toda su magia.
Chico Oscuro, desde la montaña donde vivía, vio como una estrella fugaz caía desde el cielo dejando un rastro de luz celestial a su paso hasta que cayó en un bosque cercano. Raudo corrió hasta allí, siguiendo un sendero oscuro, suerte que su sombra daba la luz suficiente para no perderse por el. Al fin llego a su destino y vio a su Hada de cabellos azules tumbada en la oscura hierba, con un precioso vestido blanco.
Feliz, corrió hacia ella para poder contemplarla mejor, era otro sueño hecho realidad, podría volar con ella como la pasada noche y ver su preciosa sonrisa, pero al acercarse descubrió a la pobre Hada sollozando.
-¿Que te ocurre? ¿No te alegras de que al fin podamos estar juntos? -Preguntó el.
-No es eso...
-¿Entonces? ¿Acaso hechas de menos tu hogar?
-No, lo que ocurre es que lo que me hace vivir es mi magia, y sin ella me marchitaré cual flor sin agua... -Admitió al fin el Hada. - Por lo menos he podido verte una última vez.
-Pero... Puedo devolverte la sombra y los sueños, no los necesito si con ellos sigues aquí a mi lado.
-No es tan fácil, eso solo me mantendría viva un corto tiempo y yo quiero que sigas teniendo tu sombra y el don de soñar, yo te los concedí. - Dijo el hada mientras secaba las lágrimas de su amado con su suave y brillante mano.
Los dos se fundieron en un eterno abrazo, intentando aprovechar cada instante que les quedaba juntos, susurrándose al oído todo lo que se amaban. La luna se tornó rojiza, como si se ruborizase al ver al amor que ellos dos se procedían, la hierva se volvió verde, el cielo azul oscuro y los labios de su amada rojizos cuando el se disponía a besarlos.
-¿Que ocurre? - Preguntó con cara de pánico Chico Oscuro
- No temas, ahora despierta...
-¿Que?
- Que despiertes... ¡Despierta dormilón! Mira que hora es y sigues dormido. Nunca cambiaras jovencito
Cuando acondicionó la vista vio a su tía dándole palmaditas en la cara con cara burlona. Todo había sido un sueño. El estaba en la casa de su tía de vacaciones, aprovechando que ella se había ido de fin de semana a esquiar.
- ¿Como es que has vuelto el sábado? ¿No volvías el domingo? Me acabas de despertar de un lindo sueño, yo tenía una sombra de colores, vivía en un mundo donde nadie soñaba y había un Hada de cabellos azules que...
- Menos cuentos de hadas y más recoger, - corto la tía apuntándole con su dedo inquisidor- que has dejado la casa hecha un asco, ahora me dirás que tú pensabas que yo iba a volver el domingo. Mira que te dije que podías pasar el fin de semana en mi casa pero sin desordenar nada. Ahora no podré confiar la próxima... ¿oye?, ¿me escuchas?- Preguntó la tia al ver a su sobrino todo sonriente.
- Si, gracias tía, me acabas de demostrar que los sueños se pueden hacer realidad.
Dicho esto se fue hacia la ventana con paso lento, pero firme. Cuando su tía se volvió hacia el para empezar otra vez con su regañina una luz fugaz inundó por un momento la habitación y se escucho un estruendo cerca de la casa. El chico se puso las zapatillas y se fue directo hacia la puerta de la casa.
- No entiendo nada, necesito una explicación, ¿que pasa aquí? -Preguntó la tía con cara ya de profunda desesperación mientras le perseguía por el pasillo.
El chico se volvió justo antes de salir por la puerta y esbozo una sonrisa antes de decir:
-No te preocupes tía, luego recojo la casa. Voy a buscar mi estrella fugaz.
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