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Tu beso se hizo calor,
luego el calor movimiento,
luego gota de sudor
que se hizo vapor, luego viento
que en un rincón de La Rioja
movió el aspa de un molino
mientras se pisaba el vino
que bebió tu boca roja.
Tu boca roja en la mía,
la copa que gira en mi mano,
y mientras el vino caía
supe que de algún lejano rincón
de otra galaxia
el amor que me darías
transformado volvería algún día
a darte las gracias.
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da
nada es más simple
no hay otra norma
nada se pierde
todo se transforma.
El vino que pagué yo
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano.
Y antes de eso en Torino
y antes de Torino en Prato
donde hicieron mi zapato
sobre el que caería el vino.
Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería.
Cada uno da lo que recibe
luego recibe lo que da
nada es más simple
no hay otra norma
nada se pierde
todo se transforma