La entrada a la mansión Seymour era muy ostentosa. Pasada la valla de seguridad, una fuente presidia el patio de la entrada, la que sumada a las estatuas griegas, las sombras proyectadas en ellas por la luz artificial, y las enredaderas, le daban un aura de película de misterio.
Las dos, Madre e hija entraron por la puerta que estaba abierta de par en par. Richard les esperaba con una sonrisa, la que rápidamente Mabel identificó mentalmente como "sonrisa falsa" antes de mirar a su madre, suspirar, y sonreír despues falsamente a su forzado anfitrión.
En la mesa Mabel se comporto como una dama educada. Mientras su madre y Richard hablaban y reían estúpidamente con cada anécdota. Ella imaginaba mil excusas para decir y que la dejasen marchar y no presenciar ese bochorno. La que mas se ajustaba a la realidad era:
"-Disculpadme, he de ir a dar una vuelta o acabare vomitando si sigo siendo testigo de vuestro vergonzoso cortejo".
Pero se decidió por un modesto pero eficiente:
"Disculpad, tengo que ir al baño".
La indicaciones de Richard fueron meticulosas, pero la curiosidad de Mabel y las ganas de encontrar algo que vinculase a Richard con terrorismo, trata de blancas o simplemente indicios de que no bajaba la tapa del retrete, la indujo a adentrarse mas y mas por la oscuridad de los pasillos.
Mabel era una mujer con buen sentido de la orientación. Siempre sabia como desandar lo andado sin dificultad. Suponía que la habitación del dichoso Richard estaría en la parte de arriba de la mansión. Subió por la escalera y atravesó un amplio pasillo buscando la que le llevase al ultimo piso.
Un crujir de madera la altero y la puso en guardia. Horas antes richard les había dicho que no quedaba nadie allí, ya que era el día libre de sus criados. Se acordaba perfectamente por la cara que puso al decir "criados". Como si la abolición de la esclavitud fuera un error que el nunca aprobó.
Mabel apoyó su espalda contra una de las paredes, y cuidadosamente fue andando agazapada hasta la puerta del fondo.
Las escaleras que la llevarian al piso de arriba tendrían que estar tras la puerta se decía. Pero tenia que ir en silencio por si aun quedaba algún pobre criado esclavizado de Richard.
Al abrir la puerta un gato negro se cruzo en su camino. Salió disparado por el pasillo y bajó como una exalación las escaleras.
Mabel, que se había caído de culo al suelo recobraba el aliento después del susto.
Un simple gato había hecho que su corazón casi se saliera de su pecho, pero al fin llego a dentro de la puerta. Allí, una misteriosa escalera de mármol subía rodeando una bóveda llena de libros....