No es un detalle muy conocido, pero el mundo, como cada ser humano, tiene su propio aniversario de nacimiento. En tiempo humano, se podría decir que un año del mundo, son 3546 años mas 42 segundos.
Ese día la quinta esencia acumulada en faerye durante esos miles de años busca cualquier punto de fuga para escapar a la realidad. Hace mucho tiempo que desapareció la antigua isla de avalon donde se podía acceder a Faerye, y que los ritos celtas para invocar hadas se perdieron, pero aun así, en este aniversario la magia de faerye trata de salir majestuosa como lo hacia antiguamente.
Para los pocos que conocen este secreto, el mero echo de pensar en que los brujos elfos dejaron algún resquicio cuando desterraron a la tierra de la magia, es simplemente no ser realista.
La noche anterior Mabel se disponía a entrar en la casa de su futuro padrastro. Su madre había conseguido que fuese bien arreglada, no sin mucho amenazar, para cenar en la casa de Richard. Un filántropo Norte americano de mediana edad, atractivo, rico y asquerosamente perfecto.
Mabel odiaba su sonrisa, su petulante simpatia y su mirada... Todo el conjunto de su cara tenia un magnetismo que te llenaba a cada sonrisa, pero sus ojos no te decían nada. Si los ojos eran el reflejo del alma el Señor Richard Seymour Tercero no disponía de ella.
-Vamos Mabel, quedarte de brazos cruzados con cara de pocos amigos es una conducta propia de una chiquilla.
